Las siete y media de la mañana en la puerta del cementerio. Somos puntuales. Hasta que no llega la hora de la salida, no sabemos los dieztreinta que acudirán. Anoche, en la despedida tras el acuerdo del objetivo no quedaron claro algunos miembros si vendrían o no. De hecho tenemos a Dieztreinta que no iban a venir y se han presentado y algunos otros que confirmaron la presencia y al venir el día se escusan:
-Eg que no pueo ir. Er niño. Bueno, er niño no, er costipao quillo. Que me he levantao mu malo con el costipao de los yelos del cubata de anoche. Er próximo domingo.
Venga no pasa na, hoy por ti y el domingo que viene, tambien. ¡Que cabrón que soy!
El recorrido hoy lo marca Ángel. ¡Que ganas tenía! y Justo también. Cuando se propuso este recorrido se lanzó de cabeza.
En realidad el recorrido de hoy no es una ruta de mtb, mas bien mixto.
Tomamos ya en marcha la pista del canal hasta el cruce donde tomar el camino de Guadalupe. Hoy no lo seguiremos. Llegamos hasta el Torruco y ya por la carretera cruzamos el puente abandonado y giramos a la derecha muy cerca del castillo de la Encomienda.
Tomamos a partir de aquí una pista con un canal secundario que nos acercará hasta el pantano. En estos primeros kilómetros rodamos entre frutales: naftalinas, melocotones, peras, ciruelas. En una de las fincas recién recolectadas y por ello con garantías de que la fruta no esta curada, rebuscamos unas naftalinas que probamos y guardamos para el camino.
Vamos circulando por esta pista en muy buen estado, sin apenas tráfico. Un señor muy mayor nos saluda al adelantarle mientras pedalea en su bicicleta eléctrica. Por aquí la tranquilidad empieza a fallar. Jesús se queja:
-Me va saltando la cadena.
Su bicicleta esta en el taller desde hace algunas semanas por una rueda que por lo visto le ha dado mucho juego. O algo así. El caso es que le han dejado una bicicleta que en teoría es nueva. ¿?.
Llegamos a la carretera, bueno carretera es mucho decir. Por esta carretera una bicicleta de carretera no podría circular ni loca. Enormes socabones durante todo el recorrido agradecen la amortiguación fox.
No pasan muchos kilómetros sin que tengamos que parar de nuevo con la cadena que se rompe. Otro enlace rápido y muchos joder, joder.
Menos mal que estamos a la vuelta de la esquina. Subimos una cuesta con exigencia y llegamos al pantano, por fin.
La peña esta deseando llegar hasta el chiringuito y sigue sin parar en la entrada. Pedro y yo paramos para inmortalizar la visita con estas fotos.
Estamos en el chiringuito. Aunque el día no está muy caluroso, después de los kilómetros recorridos apetece un chapuzon. El pantano está precioso. El chiringuito de la playa esta muy bien preparado. A esta hora tan solo esta el vigilante nocturno que nos atiende amablemente. Nos cambiamos, nos ponemos el bañador y al aguaaaaa.
Mientras nos secamos llegan los propietarios del chiringuito con los que hablamos. Nos dejan un poco de aceite de cocina para la resaca cadena antes de volver.
A la vuelta Ángel nos lleva por la carretera de Campanario. Es una zona alta de secano desde donde se domina todo el cauce del guadiana a lo lejos.
El pantano queda atrás |
Al fondo Magacela |
Vamos paseando por esta carretera como los chicos de verano azul, sin agobios. Jesús lleva meses sin tocar la bicicleta. A pesar de ello no ha dudado en realizar el recorrido sabiendo que sufriría. A esto me refería en la entrada anterior. La ruta la hicimos sin problemas, un poco más despacio, pero la hicimos. El llegó cansado pero la hizo. Esta superación le animará a salir el próximo día y exigirse un poco más. Sin este cansancio, a veces agónico, esto no es lo mismo.
Me quedo el último mientras hago esta foto de grupo. Nos va dando el aire fresco en la cara. Pedaleando, entro en estado de relajación. Pienso que momentos así son insuperables; que son únicos. Este momento no se repetirá. Volveremos a hacer el mismo recorrido, pero será otro recorrido. Esto es como la vida. Circulamos por su carretera sin meditar, sin mirar el paisaje. Sin saborear sus kilómetros.
Monumento al cura desconocido, para nosotros. |
Pasamos por Entrerríos y me gusta esta estatua homenaje a un antiguo cura de pueblo. Me parece bonita.
Pasamos por la playa de Entrerrios. Desde aquí ya apretamos un poco más. Angelito nos ofrece una cerveza al pasar al lado de su campo. Otro día será. Ya se nos hizo un poco tarde.
Esta ruta es, haciendo resumen, un poco floja a pesar de los kilómetros, 80, que hacemos.
Tampoco es como dije al principio una ruta típica de montaña. En definitiva es una ruta para cambiar un poco de aires, hacer honor al verano,bañarse en el pantano y llegar a buena hora a casa.
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