lunes, 12 de enero de 2015

Camino de Las Carboneras, 11 de enero.





No dejes que termine el día,
sin haber crecido un poco,
sin haber sido feliz,
sin haber aumentado tus sueños.
 Walt Whitman

Me gusta empezar las crónicas con citas celebres de grandes personajes.   Creo que sirven para reforzar el mensaje que quiero transmitir.  A mí,  que no tengo su inteligencia y capacidad me parece, que al conjurar su palabras como si fueran encantamientos, desaparecen obstáculos que ignorantes y mal pensadores hacen crecer para estorbar  nuestro camino.  La cita de hoy, me la dedicaron en un regalo de Navidad.  Que alguien con veinte años crea que puedes seguir creciendo es una buena noticia.   Yo sinceramente lo creo.  Da igual que tengas cincuenta o sesenta años ;   aún estamos a tiempo de crecer. De leer ese libro abandonado en la estantería, de aprender aquello que siempre soñaste y  que  dejaste de lado por  obligaciones familiares. ¿ Y por que no?  De dedicar algo  de tiempo a realizar algún tipo de deporte, no por vivir más años o tener un físico privilegiado o  bien como dicen ahora por "postureo", tan sólo por el placer de hacer una actividad física en la que disfrutas como un niño chapoteando en un charco.
Este domingo que  salió un domingo más de estos que llevo describiendo en las últimas rutas:  Frío, más frío y tal y tal... más de lo mismo.  Yo creo que por este motivo, no he tenido motivación para hacer más fotografías, como me reprochaba Eugenio:
- Pepe hoy has hecho pocas fotografías.
- Tienes razón Eugenio, le contesto,  hoy no he estado motivado. 
Debe ser que como dice la ciencia de la reflexoterapia, todos los órganos tienen su reflejo en un punto en los pies.  Hoy por culpa de las prisas, olvide los cubrebotas.  ¿Resultado?  Los pies fríos, muy fríos.  ¿Resultado?  Al enfriarse los pies, la parte que controla la motivación de las fotografías en el cerebro se ha ido al carajo(1)
Desde temprano, ya íbamos hablando mientras pedaleábamos, y es verdad que estaba más preocupado por la conversación que por hacer fotos.
Hoy el tema de la mañana fue la salud y el ciclismo,  los niveles de pulso entre los cuales debemos movernos para no hacer sufrir el corazón.  Estamos de acuerdo en la regla principal para calcular el ritmo de cada uno.  La cifra de 220 a la que hay que restar la edad.  El resultado serán las ppm(2) que no debes sobrepasar bajo ninguna circunstancia en tus rutas.
Si aún se restar, el resultado para mí serán de 169 ppm. de  máximas.
Durante los primeros kilómetros en la ruta de hoy entre el frío y lo que habla la peña, no vamos ni a 120 ppm.  Justo y Jesús se quedan atrás, muy atrás, no porque vayan mal; sino porque van comentando hasta el color de la trócola de la moto.  ¡Lo que hablan!, y para que yo me queje...
Vamos camino de la puerta de la Pajosa, el terreno por el que vamos no puedo decir que es bonito.   Barbecho arado, barbecho sin arar y algunos olivos.  Es al llegar al buche, cuando empieza la ruta a tomar interés y color.  El ritmo todavía es suave pero el grupo se estira.  Al llegar a la cuesta  que gira a la izquierda, cerca ya de las carboneras, Eugenio y yo probamos la teoría de las pulsaciones.  Ponemos un ritmo gracioso en la subida.  Aquí lo mejor es meter la cabeza entre las piernas, concentrarse en el pedaleo y no mirar nunca el final de la cuesta.  Sí vamos pendientes de las pulsaciones.  Al llegar arriba preguntamos:
-¿Cuanto de máxima?
-Yo 170, me contesta. Muy bien.
-Yo pasé hasta los 176, 177, mmmmmmm.
-Pues bastante más de lo que debías.
-Si,  me he pasado.  No debería, pero si tengo que ir pendiente de no pasarme de pulsaciones y parar, cuando como hoy sobrepase pulsaciones en una cuesta, posiblemente no saldría con la bicicleta.  Ya comento un poco más arriba en esta entrada, que esto de la bici no lo hago por salud.  Por si acaso, voy recomendando a todos el Alpify, el programa de rescate del 112, porsi...  Hay que ser precavido.

Al finalizar la cuesta nos agrupamos y seguimos dirección a las Carboneras. 




 Llegamos hasta el cruce con el camino que lleva hasta la puerta de la Reserva. Paramos, y hago las primeras fotos de la mañana.  Como vareéis, nada para lo que estamos acostumbrados.
Tomamos el camino de la derecha.  Por aquí el terreno es espectacular.  El camino forestal por el que circulamos, parece una carretera.  La inclinación del camino parece fuerte, ¿Efecto óptico?,  pero vamos pedaleando rápido sin dificultad. Ya se han incorporado Justo, Jesús, Miguel al picadero y va tirando uno u otro alternativamente alegrando el ritmo.
 En este cruce todavía no estamos en Las Carbonera, tomamos el aperitivo.  Tenemos una bonita vista sobre: la Sierra de Ortigas que da sus aromas, el pueblo extremeño de Don Benito al fondo, su gran corazón.




Hacemos cima en las Carboneras.  A partir de aquí, es mejor dejar a los bajadores "pro"  Justo, Jesús, Miguel y Eugenio delante.  En la bajada  hasta la puerta de La Pajosa, se lanzan de forma suicida.  Los flojos damos paso y vemos con envidia como vuelan sin miedo  por este cascajal  repleto de pedruscos enormes, cuchichos y jara a derecha e izquierda.  Ya iremos aprendiendo nosotros a bajar mejor o ellos a bajar con más prudencia o ambas cosas.  Al llegar abajo y agruparnos, pregunta el grupo:
-¿Y ahora?
-Y ahora na, nos vamos.
Nos queda un largo camino aún.   Las piernas del grupo hoy van de maravilla.  Subimos presto el Buche y llegamos donde Ana.
Eugenio hoy más motivado que yo, hace las fotografías de la chacina, las cervezas y los "chorizos" sentados y posando en la foto.




 (1) Esta teoría sobre la reflexoterapia por frío, no tiene ninguna base científica real.  Por lo menos que yo conozca.  Pero... ¿Quien sabe?.
 (2)Pulsaciones por minuto


Crónica: Pepeagua

jueves, 8 de enero de 2015

Año nuevo. Homenaje merecido.



Durante los días previos a escribir esta crónica, tardía como siempre, he recibido diversas opiniones sobre la gesta que en mi opinión,  realizó Blas, el Rutero solitario de La Haba.  
" En la noche del 31 de diciembre, cogió su bicicleta, las uvas,  mucha luz y encaminó sus pedaladas hacia el puerto de la Cabra con la misión, de recibir el año nuevo alla arriba".
El vídeo de prueba, pasó a través del Wattsapp, lo compartió Emilio, gran Rutero, y yo, al igual que otros compañeros lo compartimos a nuestros contactos.  Aquí lo tenéis:




Me decían:
- ¡Hay que estar loco!
- ¿Este muchacho  no tiene familia?
Yo les intento explicar  las limitaciones físicas que tiene Blas e interpretar a lenguaje de gente sin limitaciones la motivación  que le ha empujado  a emprender esta locura/aventura y que además la entiendan.  
Hace unos días hice un pequeño homenaje a este señor con su bicicleta al que hemos podido ver en la televisión en anuncios de Cofidis.



Como podéis ver en la imagen,  este ciclista tan sólo tiene un brazo y una pierna y está compitiendo con normalidad.  A nadie, cuando ve el anuncio, le parece que realiza una locura. En su lugar piensa:

- "Que historia más bonita de superación personal."
En estas palabras entrecomilladas creo que está la explicación a esta aventura.  Blas necesita demostrar a  todo el mundo y a sí mismo, que puede hacer lo mismo que cualquier  persona no disminuida físicamente. Necesita luchar contra sus limitaciones físicas y hacer algo imposible e impensable.  Hacer algo tan extraordinario que, cuando lo veamos, digamos:
-¡Pero eso es imposible!¡Que barbaridad!

¡Qué felicidad, verdad Blas! Llegar a casa con el objetivo cumplido, cansado, muy cansado,  echarse  en la cama y  dormir recordando cada bache, cada piedra, charco y cuesta que se han cruzado en tu camino y has superado para lograr tu objetivo y después soñar, soñar con emprender nuevas aventuras que nos parecerán locuras al resto de los "normales".
Va por ti Blas. 


 

Hoy más que nunca tengo que incluir en el pie de foto el nombre.   ¡Como vamos esta mañana!, cubiertos  de arriba abajo, es difícil conocernos.
Justo, Pepe, Jesus, Ramon, Miguel, Antonio, Angel, Pedro, Malpi.

     Este domingo, tras la pelea horaria como ya es costumbre, nueve Dieztreinta llegamos donde Ana que nos ofrece una copita de anís para calentar el cuerpo.  No la tomamos.  Sin ella, ya nos cuesta mantenernos encima de la bicicleta, pero se lo agradecemos igual.
Hoy el jefe  por sugerencia de ruta es Angel.   Se pone al mando del grupo para llevarnos hasta el objetivo  que marca en La Cueva del Ciervo.  Hace tanto frío cuando emprendemos la marcha que no sabemos de que parte del cuerpo quejarnos.   Las manos, las manos sufren muchísimo a pesar de lo protegidas.  Llevamos camino de la pared que es el paso más lógico para llegar hasta la zona de la Cabra.   De aquí seguimos en dirección al cruce. Los primeros charcos que cruzamos están como la pista de la Plaza San Marcos, helados.  Mientras intento despertar en los primeros kilómetros, me acuerdo del verano.  Este es un recurso que utilizo a menudo en ambas direcciones.  En Julio, mientras subo una pendiente a las cinco y media de la tarde con 40 grados camino de la Puerta de la Pajosa, mientras intento sacudirme la sensación de mareo, pienso y sueño con estas mañanas heladas.   Así con esta sugestión percibo algo del fresco.  De igual manera, ahora con el frío, me acuerdo de esas cálidas tardes.  Algo de su calor me anima y me hace sonreír mientras pedaleo.










El dedo señala a Don Benito.   Una linea blanca en el horizonte.





Llegamos hasta este punto donde nos reagrupamos tras la dura subida.  Es practicamente la misma que la que lleva a la caseta de la Cabra.  Pero en lugar de girar a la derecha, en la última parte giramos a la izquierda que nos lleva hasta la cuesta del Cielo en su parte superior.   Seguimos subiendo y llegamos hasta las colmenas.








El objetivo de la cueva del Ciervo lo tenemos ya cerca.   En este punto con muchas más colmenas repletas de abejas revoloteando a nuestro alrededor dejamos las bicicletas  aparcadas.   Emprendemos la subida andando campo a través. Angel nos guía entre la jara. Es el único que ha estado aquí anteriormente. 




Por fin llegamos.  La cueva no es una gran cueva.  Es un bonito banderín en nuestro mapa de objetivos conseguidos.   Pero no es una gran cueva.  En las fotos vereís que se va estrechando enseguida impidiendo el continuar.    Al fondo se ve claridad indicando que hay una pequeña entrada  que la ilumina por el otro lado. 








Revolcadero de jabalíes.


La vuelta la hacemos por el mismo camino.   Al llegar a la cuesta del cielo nos tiramos por su tobogan.  Adiós promesa de no volver a bajar.  Disfrutamos de lo lindo.  Una bajada alucinante.   Peligrosa, pero increíble.
 La pared y las trialeras  sin apretar demasiado.
 Algunos de nosotros con molestias musculares.
Llegamos hasta el cruce y para no cruzar el río, Miguel y yo proponemos girar a la derecha convencidos de que el camino será más corto, para favorecer a los que van con molestias. Al llegar a la salida de las cruces y hacer recuento de kilómetros, nos damos cuenta de que nos salen mas kilómetros por este lado.  Mala propuesta por tanto para los compañeros que llegan chafados por el esfuerzo.
Para ellos este vídeo:
Vídeo de you tube para terminar la crónica.