Para los interesados en seguir la ruta por La Reserva aqui teneis el track:
Por comentarios realizados en otras rutas, podríais pensar,
que la película que protagonizamos hoy es una mierda. Algo similar a la obra que sufrimos el
viernes en la plaza de toros de cuyo nombre no quiero acordarme.
Hoy salimos tarde, fuimos lentos, tuvimos pinchazos, reventones,
retrasos, perdidas, reencuentros, llegamos más tarde de lo
previsto, cuando llegamos la mitad de la
cuadrilla había corrido a pedir perdón a su parienta por el retraso y a
convencerla de que no era motivado por un exceso de celo en la reposición de
líquidos con cerveza, en fin lo que se dice un desastre de ruta.
Después de este llanto, no creeréis si os digo que a pesar
de todo, llegamos an ca Ana muy satisfechos de lo vivido.
Hoy la salida se planifica para las 8:30. Acuerdo por mayoría a través del
watsapp. No me gusta salir tarde pero la
mayoría es la mayoría. Faltas notables
la de los Fernández y la de mi sobrino Migue.
Los tres en despedida de solteros y con una resaca...
Maese Pedro propone que hagamos la Cruzcambike. Algunos de los Dieztreinta salen de forma
habitual con este grupo y con ellos tenemos previsto ir a Guadalupe. Esto nos obliga a acumular kms en las piernas
sí o sí y además cuestas y dureza.
La salida esta mañana es muy lenta, el grupo va hablando con
parsimonia. Picón a mi lado desesperado;
quiere un poco más de vidilla y apretamos algunos tramos para después esperar.
La primera incidencia la sufrimos en la bajada del
Buche. Un pinchazo de Picón de su cámara antipinchazos que tiene que cambiar.
Eso sí, parsimonia. Seguimos lentamente
en dirección a la puerta de la reserva y antes de afrontar la cuesta de la
izquierda se nos unen tres Cruzcambike que habían quedado con Pedro. Manolo Monge, una máquina, Roberto, dos y
media y Luis, sobrino de Manolo que a
pesar de estar recuperándose de una operación en la rodilla va sobrado.
La ruta a partir de aquí, cambia. Una cosa es ir lento en familia; pero si
llega visita no queremos ser los paisanos flojos. La subida de la cuesta se hace como
llaneando, a toda pastilla, buscando la subida a las carboneras. Llegado a este punto es dónde variamos la
ruta. Bajamos en dirección a la reserva
y en lugar de girar hacia la puerta a la izquierda buscamos por la derecha el
adentrarnos en la reserva por una ruta, nueva para mí, con todo tipo de
terreno, resumiendo, bonita.
Al llegar al cruce donde debemos girar a la izquierda para
bajar hasta la puerta nos encontramos con varios dilemas: Subir al castillo, ir
a la puerta o tomar el camino del medio.
Un cortafuego repleto de tierra y piedras sueltas con una inclinación
imposible. A Roberto le dicen eso de:
“No hay Huevos” y Justo se apunta. El
resto, apostamos por la puerta, a la que llegamos después de disfrutar de una
alucinante bajada con piedras y cuchillos por doquier.
Esperamos al llegar a la puerta durante mucho tiempo,
mucho. Preocupados por la tardanza de
Justo y Roberto intentamos en vano usar los teléfonos sin cobertura. Manolo se
va en su busca. Parte del grupo decide
ir avanzando en el regreso mientras nos quedamos Pedro, Luis, Picón y yo a
esperar. Al cabo de mucho tiempo
aparecen y cuentan. A la dificultad de
la subida se une la de la bajada donde sufren un pinchazo. Una miaja de desorientación hasta reconocer el camino bueno y volver a la
puerta.
Una vez explicados emprendemos el regreso a un ritmo de
arrebato. Se no ha hecho tarde. Al bajar de nuevo la cuesta a 60 por hora y
girar a la derecha sufrimos el siguiente parón.
Un llantazo, que no es un llanto grande, sufrido por Luis y que nos retrasa nuevamente. Aquí Picon y Roberto picados en alcanzar al
resto del grupo se desentienden de la ayuda obligada. Bueno, esta vez los disculparemos. Corto la crónica larga. Cuando tienes demasiado tiempo no te da
tiempo de hacer nada.
Crónica Pp@gu@
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