Peregrinación: Viaje que se hace por motivos religiosos a un santuario o lugar sagrado.
Esta es la definición con la que nos ilustra la Real Academia de la Lengua. ¿Motivos religiosos? ¿Santuario?...
-Lo segundo claramente es lo primero. Es un santuario. Uno de esos escasos lugares míticos que tienen la virtud de atraer de una u otra forma a miles de creyentes y no creyentes.
-No, si yo no soy religioso... A mi la religión me da igual.
-¿Si …......? ¿ Si es así, porque tu objetivo no es Badajoz, Caceres, Merida cual triste domingo de ruta que acaba con una alegre litrona con patatas fritas?
-Todos somos religiosos. Todos nos emocionamos en mayor o menor medida al ver el Monasterio de Guadalupe tras el largo camino.
El peregrino busca el cumplimiento de una promesa por gracias concedidas, el redimirse ante la Virgen de Guadalupe por pecados-errores de los que quiere ser perdonado.
“Puede ser que la respuesta sea no preguntarse por qué”
“Son cosas del destino, siempre me quiere morder”.
Hoy el cuento comienza en el cementerio de Don
Benito. ¿Curioso? Empieza y termina en lugar religioso. La hora de
encuentro... las 7:20. Llega Miguel, llega Ángel, los Cruzcambike
desde Medellín. Esperamos al resto que tardan... Por fin.
Salimos. Los primeros kilómetros se hacen con suavidad... Los
primeros kilómetros con suavidad duran muy poco. Enseguida al
venir el sol el ritmo se encabrona como un día con el viento en
contra a la ida y a la vuelta. Estos kilómetros transcurren por la
Vía Verde. En fila de uno. A pesar de tener que ir por un sendero
estrecho invadido por las zarzas, olvidado, postes de madera
delimitadores podridos o rotos... a su pesar, no dejamos de mirar a
nuestra derecha como la clara del día nos muestra los campos a medio
cosechar difuminados por la niebla.









Me gustaría describir con exactitud el nombre
de todos los que nos acompañaron y acompañamos. La ruta con
exactitud, los cruces, las variantes, los pueblos. Pero no. Elegí
un mal día para hacer la crónica de la ruta hasta Guadalupe. Cuando
un pardillo se enfrenta al primer Don Benito-Guadalupe, casi no se
preocupa de los nombres. Se preocupa más del camino que le queda por
recorrer, desconocido y que asusta, del abductor izquierdo que da un
amago, el isquiotibial derecho que se contractura. El objetivo no es
el destacar como el que mas da Mandanga al resto del grupo, (por otra
parte imposible con las gallos que cantan hoy en el corral).
La primera parada, ya empapados de sudor, es en
la estación de Madrigalejo.
-¿Como se llama aquel pueblo que se ve allá
cerca?
-Vaya pregunta...Madrigalejo... ¿No?...
-Madrid cae lejos, que según cuentan decía
Fernando el Católico en Madrigalejo mientras agonizaba... y Don
Benito también y Medellín.
Estación de Madrigalejo. Al igual que el resto
de las estaciones que dejamos atrás, no deja de ser un paisaje de
película de pistolero espagueti wester en Almería: Edificios sin
techo destrozados, pintadas de niñatos aburridos, basurero del
guarro indolente y olvido del político que deja las papeleras y
contenedores pudrirse entre las cada vez más lustrosas zarzas. En
esta estación realizamos la primera parada técnica. Tomamos
alimentos, nos quitamos el exceso de ropa, meamos, nos hacemos una
foto, y mas pronto que tarde seguimos. El ritmo a partir de aquí no
es ritmo sino velocidad.
Me gustaría que esta crónica sirviera para
ilustrar a aquellos peregrinos que con la bicicleta realizan por
primera vez esta ruta. Os recomiendo que estos kilómetros los hagáis
más suavemente. En caso contrario no podréis ver siquiera los últimos kilómetros, aquellos
donde el camino se empina y al mismo tiempo te emboba por su belleza.










La Compañía prosigue el camino desde la
Estación de Madrigalejo. A partir de aquí el ritmo aumenta y se forman dos grupos, uno pasa de 30
kms/h y otro, más prudente, que no obstante no baja de 25
km/h.
Nos reagrupamos de nuevo y se nos unen los
mbc
de Cañamero que han salido en nuestra busca. Previamente los
Cruzcambike con los que tienen buena relación han contactado
con ellos. Los
mbc conocen su terreno perfectamente y son los
mejores guías y compañeros para el resto del viaje que podíamos encontrar. Es una pena que por estar aturrullado por la pesadez de los
kilómetros no recuerde los nombres de todos los
mbc con los que
confraternizamos. Les pido disculpas por ello. Lo que no olvido es
la gran ayuda que para un novato en la ruta como yo, sirvieron sus
indicaciones y consejos.
En Logrosán tenemos la siguiente parada. En
este punto, estación, hemos acordado unirnos a los compañeros
Dieztreinta Pedro y Jesús, que por diversos motivos no estaban para
hacer la ruta completa pero que no querían perderse este fabuloso
acontecimiento. Los
mbc ayudan de nuevo y uno de ellos sube a
Logrosan en su busca. Después de avituallarnos y fotearnos
emprendemos el camino convencidos de que la ruta dura empieza ahora.
No se equivocan los que nos advertían. Abandonamos la Vía Verde que
acaba y empieza el Camino de las Villuercas. El paisaje cambia. Hasta
aquí el camino fue duro por el ritmo, pero llano. Ahora en cambio
el camino se empina. Nuestro camino transcurre por caminos
delimitados por vallas de piedras, animados por vacas, caballos y
ovejas que nos miran con asombro.
Al llegar a Cañamero Miguel, mi sobrino, me avisa. Cuidado con la cuesta que viene ahora que se las trae. Los
mbc con los que vamos tambien nos avisan:
-Mejor por aquí, es la misma dureza pero el
terreno esta mucho mejor. Esta primera parte entrando en Cañamero
hace daño. Por la mitad de la cuesta tengo que bajar el ritmo y
subir de piñón porque me amaga el abductor. Al llegar arriba nos
refrescamos, siguiendo el consejo de los
mbc mojo con agua fría los
abductores castigados y retomamos la subida hasta Cañamero.
Paramos en el centro de Cañamero, en la fuente pública de la Calle Ramón y Cajal, bebemos con ansia, nos lavamos la cara, llenamos los bidones y nos animamos mutuamente.
El tramo que iniciamos ahora, quedará marcado
para siempre en nuestra memoria. Seguimos el camino de Las
Villuercas subiendo a duras penas entre castaños rebosantes de fruto
y unos precipicios a los que no miramos para no despertar al fantasma
del vértigo. Disfrutamos de una bajada con un 26 por ciento de
inclinación maravillosa a la vez que con peligro para los que
tenemos un poco más de miedo que destreza en las bajadas.



Otro tramo precioso de camino nos lleva hasta el cruce y la necesidad de elegir. ¿Quien coge carretera? ¿Quien el camino que nos llevará a unos y otros al cruce de la carretera que viene de Navalvillar de Pela. El único que tomo la opción del camino es Manolo Monge. Ya conté que era una maquina sin fin. El resto tomamos la carretera. Una cuesta interminable de cuatro kilómetros en los que el miedo a los calambres no me permitió alegrías.
En el último kilómetro voy escuchando voces.
¿Quien grita? Intento preguntar, pero entre que no me sale la voz y
los oídos que se taponan con la subida hasta llegar arriba no
encuentro respuesta.
Todos los compañeros al lado del quitamiedos de
la carretera animan a Manolo en su subida interminable. La cuesta
por la que viene es de una dureza tremenda. Uno dice:
-Esto es como si subiera cuatro Castillos de
Medellín seguidos.
No lo creo, yo he subido al castillo y se que
esto es muchísimo más duro. Con el agravante de los 80 kilómetros
que tenemos en las piernas.
Cuando llega arriba, llega fundido. Necesita
oxigenar las piernas después del tremendo esfuerzo. Emprendemos el
camino después de despedirnos de los compañeros
mbc que nos han
ayudado.
Muchas gracias amigos, espero compartir ruta con
vosotros en otras ocasiones y esta vez sí apuntar el nombre al lado
de la foto.
A partir de aquí una bajada fortísima a toda
pastilla. Parece que olemos la cerveza fresca y la morcilla humeante
que nos aguarda. Vuelvo, aunque parezca cansino, esto es precioso,
atravesamos túneles y el viaducto tremendo repleto de charcos y
senderistas. Parece que al llegar a Guadalupe se acaban todas las
dificultades y penas. Aún nos espera una escondida en forma de cuesta de tierra y piedras
que entrando en el pueblo nos machaca y hace que nos emocionemos más
si cabe al ver el Monasterio. Me entran ganas de gritar:
-Siiiiiiii...... llegamos joder. No lo hago, los cientos de personas en la plaza con su aperitivo delante que nos miran sin expresión, no entenderían
mi alegría.
Por supuesto que le ofrecimos a la Virgen esta
peregrinación. Miguel, presunto ateo, insistió más que nadie en
ello. Yo estuve de acuerdo con él.
La comida de confraternización, ya con la
familia, puso fin a un día inolvidable en el que nos conjurarnos para
repetir experiencia el año próximo. No me va a quedar más remedio que pecar,
para poder pedir perdón a nuestra patrona: La Virgen de Guadalupe.
;)
Crónica Pp@gu@